Las dudas del BCE

El Banco Central Europeo (BCE) rara vez nos sorprende con grandes cambios; las comparecencias de Christine Lagarde después de las reuniones del Consejo de Gobierno suelen ofrecer, en el mejor de los casos, detalles técnicos o ligeros matices sobre una dinámica que ya estaba en marcha desde días o semanas atrás, o incluso de reuniones previas. Los tiempos de Alan Greenspan y su famoso “si creen que me han entendido, es que no me he explicado bien” están bastante lejos de las actuales prácticas.

El hecho de que Lagarde haya señalado la cita de junio a principios de marzo es un indicio de los ritmos con los que opera el banco. Obviamente, no era viable cambiar los planes a estas alturas. La institución recortará los intereses dentro de casi dos meses, lo que marca un nuevo paso hacia la reducción de las tasas de interés. Si bien el debate sobre cuándo actuar está cerrado, queda pendiente el de cuánto y durante cuánto tiempo. Este último será un tema de discusión más acalorada, especialmente considerando que en Estados Unidos las reducciones de tasas parecen estar en espera, según la inflación y el comportamiento de los mercados.

Esta cautela también se refleja en la zona euro. Hace dos semanas, las previsiones sugerían cuatro recortes de tasas antes de la reunión de diciembre. Sin embargo, ahora solo se prevén tres. Esto indica que el mercado ha moderado su expectativa de reducciones de tasas, con todas las implicaciones que ello conlleva.

Las letras de hipoteca y la evolución de los mercados, tanto de renta fija como variable, son las consecuencias más evidentes de los movimientos en las tasas de interés, y son estos aspectos los que los analistas y observadores consideran con mayor atención. Sin embargo, las implicaciones van mucho más allá, ya que las tasas de interés son un mecanismo fundamental de redistribución económica. Cuando aumentan, como es el caso actual, las políticas del BCE canalizan dinero de deudores a acreedores, y cuando disminuyen, este flujo se reduce.

La banca actúa tanto como deudor como acreedor, y el impacto de las tasas en sus cuentas depende de la sensibilidad de su cartera de activos y pasivos a los cambios en las tasas. En general, el sector bancario se beneficia más con tasas más altas. De hecho, la banca española ha experimentado un período especialmente próspero desde que el BCE comenzó a elevar las tasas. Durante este tiempo, los bancos han registrado ganancias récord, principalmente debido a los pagos mensuales de hipotecas o deudas empresariales a tasas variables, mientras que los depósitos apenas generan rendimientos significativos.

Por lo tanto, el retraso en la reducción de las tasas se traduce directamente en un aumento de los beneficios para el sector bancario. Según los analistas de Bloomberg Intelligence, basándose en las proyecciones de las propias entidades, cada reducción de 100 puntos básicos en las tasas de interés representa una disminución del 5% en el margen de intereses. En términos agregados, Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter dejarán de ganar 1.719 millones de euros por cada 100 puntos básicos que las tasas disminuyan. Si la reducción es de solo 75 puntos básicos en lugar de 100, las pérdidas potenciales del sector serán un 25% menores, lo que se traduce en un beneficio adicional de 429 millones de euros para el sector en los resultados de 2024, según estos cálculos.

Sin embargo, la gestión activa de las tasas de depósito y las coberturas de tasas de interés para las carteras de préstamos son cruciales para maximizar el margen del sector. Por ejemplo, el interés de los depósitos nuevos disminuyó en 20 puntos básicos en enero, alcanzando el 2,38%, mientras que el interés de las nuevas hipotecas apenas se redujo en cuatro puntos. Este último dato es relevante, dado que el 40% de las carteras domésticas de BBVA, Santander y CaixaBank consisten en hipotecas minoristas, mientras que en Sabadell es el 30% y en Santander, el 20%.

Para ilustrar esta sensibilidad, el sector utiliza el concepto de beta: la beta de la cartera de créditos o depósitos indica en qué medida los movimientos en las tasas de interés de referencia se trasladan al cliente. UBS estima que la beta de los depósitos de los bancos españoles es del 13%, lo que significa que por cada punto porcentual que aumentan las tasas, la retribución de los depósitos aumenta en un 0,13%. En comparación, en Suecia o Dinamarca la beta supera el 50%, mientras que en Francia y Alemania es del 30% y el 26%, respectivamente.

En contraste, se estima que la beta de los créditos (es decir, la parte de los aumentos de tasas que se traslada a los clientes) oscila entre el 45% y el 65%. Esta discrepancia explica en gran medida los beneficios récord del sector, con aumentos de hasta el 45% en el margen de intereses para CaixaBank (que ha pasado del 1,62% al 3,61%).

A medida que el BCE prolongue el escenario actual, es probable que estos márgenes elevados no solo impulsen, sino que también mantengan los beneficios del sector. Sin embargo, UBS considera que el mejor momento para los márgenes bancarios ya ha pasado, específicamente entre enero y febrero de este año.

“Las expectativas de tasas han mejorado moderadamente para los bancos nacionales españoles en los últimos meses, ya que el inicio del proceso de relajación del BCE probablemente se haya retrasado tres meses”, señalan los analistas de UBS en un informe reciente, aunque aclaran que “desde una perspectiva más estructural, no hemos cambiado nuestra opinión sobre dónde y cuándo se estabilizarán las tasas del BCE”.

A pesar de todo, una política monetaria más laxa puede abaratar el crédito, lo que es perjudicial para la banca pero puede estimular la producción. Según la encuesta de condiciones crediticias publicada por el BCE, que se realizó a 157 entidades financieras, el banco ha detectado un marcado descenso en la demanda de préstamos por parte del sector empresarial. Si el precio a pagar para mantener los márgenes de intereses es una economía estancada en la eurozona, entonces un costo del crédito demasiado alto puede no compensar tanto.

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