Tensión en Oriente Próximo

La resiliencia del dólar está llevando a las monedas de los mercados emergentes a nuevos mínimos, exacerbada por el temor a una escalada del conflicto en Oriente Próximo, particularmente tras los recientes acontecimientos en la Franja de Gaza. Este inesperado fortalecimiento del dólar, que ha aumentado un 4% en los últimos 12 meses, junto con las declaraciones de la Reserva Federal indicando que los recortes de tasas no son inminentes, han puesto en jaque a 22 de las 23 principales monedas emergentes.

El peso mexicano, en particular, ha sufrido una caída abrupta, cayendo más del 6% frente al dólar después del reciente ataque en la provincia iraní de Isfahán. Este descenso, el más pronunciado desde 2020, se atribuye en parte a la elevada exposición del peso mexicano al sector petrolero.

Las represalias israelíes contra Irán han tenido repercusiones inesperadas en Asia, especialmente en las monedas de países que dependen de materias primas de Oriente Próximo. La rupia indonesia, el peso filipino y el dólar taiwanés lideran este declive. Athanos Vamvakidis, estratega de Bank of America, señala que “las divisas asiáticas corren un alto riesgo debido a su dependencia energética”.

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¿Por qué tambalean las divisas en economías emergentes?

Una confluencia de factores está desencadenando una tormenta de volatilidad en los mercados financieros, aunque hasta el momento la respuesta en los precios de las materias primas ha sido relativamente moderada. A pesar de que el precio del Brent, el referente europeo, alcanzó los 90 dólares, ha retrocedido ligeramente a los 87 dólares. Entre los elementos que han contribuido a esta volatilidad se encuentran la apreciación del dólar, el retraso en la disminución de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal debido a la robustez de la economía estadounidense, la persistente resistencia de la inflación a acercarse al objetivo del 2%, y los procesos electorales en países clave como India.

En el caso del peso mexicano, considerado una moneda atractiva para operaciones de carry trade, las caídas podrían estar relacionadas con el precio del petróleo. Expertos señalan que los precios más altos del barril benefician a la economía mexicana, lo que podría explicar la depreciación del peso. Sin embargo, otros analistas como de Bradesco Securities, sugieren que las caídas del peso se deben principalmente a una aversión al riesgo. El reciente “flash crash” del peso mexicano destaca la vulnerabilidad de la moneda a episodios de aversión al riesgo y condiciones externas.

Si bien las economías de países cercanos a la Franja de Gaza, como Egipto, Jordania, Turquía y Túnez, han sufrido los efectos del riesgo en su entorno, es difícil determinar en qué medida esto se debe al impacto directo en sus monedas, en contraposición a otros factores como los problemas de deuda y la hiperinflación. La pérdida de reservas, agravada por el conflicto en Ucrania, ha debilitado economías desde El Cairo hasta Ammán. Además, la decisión de Teherán de confrontar directamente a Tel Aviv ha aumentado los seguros de impago sobre la lira turca. En el caso de los países del Golfo Pérsico, la vinculación de sus monedas al dólar ha mitigado su volatilidad, como en el caso de Emiratos Árabes.

El resurgimiento del conflicto árabe-israelí a principios de octubre ha alejado a los inversores con aversión al riesgo. Las actuales dinámicas geopolíticas son la principal preocupación para una cuarta parte de los inversores globales encuestados por Bank of America, aunque los temores a una inflación más alta también están presentes. En respuesta, algunos inversores están reajustando sus carteras para tener en cuenta los riesgos geopolíticos.

Los flujos de inversión en renta variable ya reflejan cómo la geopolítica está influyendo en el comportamiento de los inversores, con un alejamiento de China y de los mercados cercanos al conflicto palestino. Esta aversión ha impactado negativamente en destinos turísticos como Jordania y Egipto, mientras los inversores se deshacen de la renta variable de los mercados emergentes. En consecuencia, la inversión extranjera en acciones emergentes ha disminuido un 12% durante 2024, alcanzando niveles no vistos desde 2005.

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