Wall Street se harta de Trump

Trump, Wall Street y el desinfle del sueño económico

Donald Trump reaccionó a la debacle de Wall Street con una declaración sorprendente: compraría un Tesla. Paradójico, considerando que la automotriz es una de las grandes perdedoras, con sus acciones cayendo más de un 50% desde diciembre debido a la desaceleración de ventas. Para Trump, la culpa es de un supuesto boicot de la izquierda contra Elon Musk, pero en los mercados, el mensaje es otro: el GPS bursátil lleva tres semanas en modo «recalculando». ¿Y si el mandato de Trump no es lo que esperaban?, empiezan a preguntarse los inversores.

Lo que se anticipaba era un festín de rebajas fiscales, desregulación y crecimiento acelerado. En el mejor de los escenarios, incluso un acuerdo de paz en Ucrania que despejara la incertidumbre geopolítica. En su lugar, la Casa Blanca ha desatado una tormenta de inestabilidad: una guerra arancelaria errática que perjudica más a EE.UU. que a sus rivales, despidos masivos en la Administración y una crisis con Ucrania que llevó a suspender temporalmente la ayuda militar, avivando el rearme europeo.

El miedo al estancamiento crece. UBS ha elevado al 30% la probabilidad de estanflación, y la expectativa dominante ya no es crecimiento, sino moderación o retroceso. En este contexto, Trump no ayuda: en Fox News calificó la situación como una “transición” y no descartó una recesión. Para Olivier Blanchard, execonomista jefe del FMI, la incertidumbre política ha frenado el consumo, la inversión y la demanda sin ninguna promesa de beneficios futuros. “Es una pérdida pura”, sentencia.

Los inversores han empezado a votar con sus carteras. El S&P 500 y el Nasdaq están en mínimos de seis meses, y el capital huye hacia mercados más predecibles. Europa y China brillan: el Dax alemán y el Ibex 35 suben más de un 10% en lo que va del año, mientras Citigroup y HSBC rebajan su apuesta por EE.UU. La tecnología, gran motor de Wall Street, tambalea: Apple, Microsoft, Nvidia y Amazon siguen en la cima, pero el optimismo que alimentaba la euforia inversora se ha diluido.

Trump, sin embargo, mantiene el pulso. El domingo insistió en que su prioridad es un país fuerte, no los vaivenes bursátiles. Pero el martes subió aranceles al acero y aluminio canadiense, provocando nuevas caídas en Bolsa, para luego, horas después, dar marcha atrás. Este estilo de negociación a golpe de amenaza está desgastando la confianza del mercado.

EE.UU. es un país de pequeños inversores: el 62% de los adultos posee acciones, en su mayoría a través de fondos de pensiones. Cada vez que consultan sus cuentas y ven pérdidas, la base electoral de Trump se resiente. Wall Street, que en un inicio vio al republicano como aliado, ahora lo percibe como un obstáculo. Su mayor freno podría no ser la oposición política, sino el dinero que, en lugar de respaldarlo, comienza a darle la espalda.

Fuente: Cinco Días

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