Los B.C. separan sus caminos ante la presidencia de Trump
La Reserva Federal de Estados Unidos celebrará esta semana su primera reunión de política monetaria bajo la presidencia de Donald Trump. El regreso del republicano a la Casa Blanca, con promesas de aranceles, deportaciones de inmigrantes, impulso a las energías fósiles y una agresiva desregulación, supone un auténtico terremoto para la economía mundial, con repercusiones que impactarán directamente en la política monetaria. Aunque Trump ya ha exigido rebajas inmediatas de tipos de interés, tendrá que esperar. Los principales bancos centrales parecen tomar caminos distintos al inicio de su mandato: después de que el Banco de Japón aumentara los tipos el pasado viernes en 0,25 puntos, alcanzando su nivel más alto en 17 años, la Reserva Federal se inclina por una pausa en su reunión del miércoles, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) prepara una rebaja de 0,25 puntos.
El ascenso de Trump ha añadido una dosis de incertidumbre a una hoja de ruta que ya era poco clara. Sus amenazas de aranceles, aunque todavía no concretadas, siguen latentes, mientras que las restricciones a la inmigración se han endurecido. Por otro lado, las prometidas rebajas fiscales y los recortes de gasto están pendientes de ejecución. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido sobre los posibles ―aunque aún inciertos― efectos inflacionistas de estas políticas, lo que podría dificultar o incluso frenar nuevas bajadas de tipos de interés.
Además, Trump ha intensificado la tensión entre la Casa Blanca y los miembros de la Reserva Federal. “Creo que conozco los tipos de interés mucho mejor que ellos, y sin duda mucho mejor que el principal encargado de tomar esa decisión”, declaró Trump desde el Despacho Oval el jueves, refiriéndose aparentemente al presidente de la Fed, Jerome Powell. “Si no estoy de acuerdo, lo haré saber”, añadió.
Los inversores consideran casi seguro que Powell mantendrá los tipos esta semana en el rango del 4,25%-4,50%, tras tres recortes consecutivos que han reducido las tasas un punto desde septiembre. Sin embargo, los tipos de interés a largo plazo ―medidos a través de los bonos del Tesoro a 10 y 30 años― han subido alrededor de un punto en ese mismo periodo, invirtiendo la curva de tipos. Este movimiento refleja el temor a un repunte inflacionista y la expectativa de que los tipos se mantendrán altos durante más tiempo.
Las actas de la última reunión de la Fed ya reflejaban preocupación por la política económica de Trump. “Todos los participantes consideraron elevada la incertidumbre sobre el alcance, el calendario y los efectos económicos de los posibles cambios en las políticas relacionadas con el comercio exterior y la inmigración”, señalaban. “Varios participantes incorporaron hipótesis de reserva en sus proyecciones económicas debido a esta incertidumbre”, añadían.
Por su parte, los analistas de Bank of America no esperan que Powell adopte una postura contundente respecto a la reunión de marzo. “Es probable que insista en que las decisiones seguirán dependiendo de los datos. Argumentará que los últimos datos de inflación son alentadores, pero que la estabilización de los indicadores del mercado laboral sugiere que no hay urgencia para recortar”, apuntan. También prevén que Powell reciba preguntas sobre las políticas de Trump, pero consideran que el presidente de la Fed se mantendrá firme en evitar prejuzgarlas o adelantarse a sus posibles efectos.
A pesar de ello, los analistas no anticipan más recortes de tipos. “Creemos que el ciclo de rebajas ha terminado. El mercado laboral ha mostrado resistencia y la inflación sigue por encima del objetivo, a pesar de los buenos datos de noviembre y diciembre. Sin embargo, la Fed aún no está lista para hacer oficial este cambio de enfoque”, concluyen.
El economista jefe para Estados Unidos en DWS, tiene una visión distinta: “Mantenemos nuestra expectativa de que la Fed probablemente recortará los tipos un poco más en marzo y quizás en junio, antes de detenerse para observar cómo evoluciona la situación, dado que la inflación sigue mostrando resistencia”, afirma, aunque reconoce que los riesgos se inclinan al alza. Los datos de inflación y empleo de enero y febrero podrían inclinar la balanza a favor de unos u otros de cara a la reunión de política monetaria del 18 y 19 de marzo.
Mientras tanto, en Europa, son muy pocos los que dudan de que este jueves el Banco Central Europeo (BCE) volverá a recortar los tipos de interés en 25 puntos básicos (0,25%), marcando la quinta bajada en las últimas seis reuniones. Ni la amenaza de aranceles de Trump ni el reciente repunte en los precios de la energía parecen haber alterado la calma de los responsables del BCE, quienes, durante el Foro de Davos, proyectaron una imagen de estabilidad y previsibilidad. Esto ocurrió mientras el mundo político y económico analizaba con detalle los efectos de la avalancha de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente estadounidense en sus primeros días de mandato.
“La dirección está muy clara”, afirmó Christine Lagarde, presidenta del BCE, en una entrevista con CNBC durante el foro suizo. “El ritmo dependerá de los datos, pero un enfoque gradual es lo que tengo en mente en este momento”.
A diferencia de los movimientos más inciertos de la Reserva Federal, las acciones del BCE desde que en junio pasado redujera los tipos por primera vez en ocho años han seguido una estrategia marcada por el gradualismo: un descenso ordenado y sin sobresaltos, bajando peldaño a peldaño sin interrupciones significativas.
El camino parece despejado para que esta estrategia continúe, al menos en las dos próximas reuniones. “Llevar los tipos al extremo superior de las estimaciones para el tipo de interés neutral, en torno al 2,5%, parece algo lógico. Sin embargo, si la economía de la eurozona sigue mostrando una debilidad mayor de lo esperado según las previsiones de diciembre, será inevitable aplicar recortes adicionales”, señala el jefe de macroeconomía de ING. El economista jefe de Bank of America para Europa, coincide: “Los próximos dos recortes parecen estar consensuados, pero el camino más allá de eso es incierto”.
François Villeroy, gobernador del Banco de Francia, fue más ambicioso al declarar en Davos que llevar los tipos al 2% para este verano “es un escenario plausible”, al considerar que ese nivel representa la tasa neutral en la que la política monetaria ni estimula ni desacelera el crecimiento. Sin embargo, cuanto más cerca se esté de ese umbral, más divergencias surgirán entre los halcones y las palomas del BCE. Con el dólar manteniendo su revalorización bajo control y sin que se hayan materializado los temidos aranceles de Trump, la primera reunión del BCE tras la victoria del republicano se perfila como un evento tranquilo, sin grandes temores a un efecto inflacionista global ni a la previsible divergencia con la Reserva Federal.
El diferencial de tipos entre el euro y el dólar se ampliará esta semana hasta 150-175 puntos básicos, su nivel más alto desde marzo de 2023. Si se cumplen las previsiones del mercado, este diferencial podría superar los 200 puntos básicos, algo que no ocurre desde antes de la pandemia. Esta ampliación explica en parte la fortaleza del dólar, aunque las reuniones de los bancos centrales de esta semana tendrán un impacto limitado a corto plazo en los mercados cambiarios. “Actualmente, el mercado de divisas está más enfocado en los mensajes de la Casa Blanca que en los de la Fed”, señalan los analistas de Bank of America.
Por su parte, el Banco de Japón continúa inmerso en un ciclo de subidas de tipos, marcando un regreso relativo a la normalidad en su política monetaria. Con el aumento de 25 puntos básicos registrado el viernes, sus tipos se sitúan ahora en el 0,5%, el nivel más alto desde 2008. El gobernador Kazuo Ueda busca frenar el repunte de los precios, después de que la inflación alcanzara el 3,6% en diciembre. Se espera que el banco central japonés implemente más subidas en los próximos meses.