La supremacía de los ‘stablecoins’

El dominio del dólar parece seguro, al menos por ahora. La propuesta de Rusia para romper su hegemonía mediante una nueva red internacional de pagos recibió una tibia respuesta en la reciente cumbre de los BRICS en Kazán. En la declaración oficial de este grupo de mercados emergentes, la iniciativa del “Puente BRICS” (BRICS Bridge) ni siquiera fue mencionada por su nombre. Al contrario, lejos de debilitarse, el rol del dólar podría estar fortaleciéndose gracias a una innovación monetaria de naturaleza diferente: las stablecoins (monedas estables) respaldadas por dólares.

El sistema Puente BRICS busca facilitar la liquidación de operaciones comerciales y financieras entre Brasil, China, India y otros miembros mediante sus propias monedas digitales de bancos centrales (CBDC). Además, plantea la introducción de una moneda internacional respaldada parcialmente en oro, un cambio que podría afectar tanto el valor como el alcance del dólar. Durante el primer día de la cumbre, el precio del oro alcanzó un récord histórico de casi 2.750 dólares la onza, lo que despertó especulaciones de que algunos traders se estaban adelantando a los posibles efectos de esta nueva divisa. Sin embargo, el comunicado oficial de la reunión se limitó a referencias generales, sin detallar el plan que Moscú describe como una reforma significativa del sistema monetario global.

Mientras tanto, el anuncio monetario más relevante de la semana provino de California, donde la empresa estadounidense de pagos Stripe, con sede en San Francisco, adquirió por 1.100 millones de dólares una empresa cripto especializada en stablecoins llamada, casualmente, Bridge. Esta colaboración entre Stripe y Bridge podría tener un impacto más significativo en el orden monetario global que la CBDC del Puente BRICS, fortaleciendo el papel del dólar y, posiblemente, su valor.

Ambas iniciativas reflejan tres tendencias clave de los últimos 15 años: la expansión de la telefonía móvil, que democratizó los pagos digitales; la caída en el coste del poder de cómputo y el ancho de banda, que hizo viable la liquidación en la nube; y los avances en criptografía, que han permitido el desarrollo de libros contables digitales descentralizados y seguros, como el blockchain.

Las primeras monedas digitales privadas, como el Bitcoin, surgieron de esta evolución tecnológica. Su éxito inicial radicó en dos ventajas frente a las monedas bancarias tradicionales: su alcance global, facilitado por internet, y la capacidad de automatizar servicios financieros. Sin embargo, la mayoría de las criptomonedas de primera generación, como Bitcoin, adoptaron estándares propios, independientes de las monedas tradicionales, lo cual generó volatilidad y desató una respuesta regulatoria que limitó su adopción masiva.

La revolución digital ha llevado también al surgimiento de monedas digitales públicas, como las CBDC, que ofrecen la ventaja de la programabilidad sin la volatilidad de las criptomonedas estándar. Sin embargo, estas CBDC presentan limitaciones: están diseñadas para operar bajo el control de bancos centrales individuales y no como parte de una red global integrada, lo cual subraya la necesidad de iniciativas como el Puente BRICS para facilitar el comercio transfronterizo. Además, representan una amenaza para el sistema bancario tradicional, ya que permitirían transacciones directas sin riesgo crediticio en los bancos centrales, cuestionando así la necesidad de mantener depósitos en bancos comerciales.

Por su parte, las stablecoins han surgido como un híbrido entre los modelos público y privado, intentando ofrecer lo mejor de ambos mundos. Al igual que las criptomonedas privadas, proporcionan una plataforma de pagos global en tiempo real sin depender de un sistema como el Puente BRICS. Al igual que las CBDC, están respaldadas por monedas nacionales, lo cual evita la volatilidad especulativa. En resumen, las stablecoins ofrecen la funcionalidad de un blockchain descentralizado junto con la familiaridad y el respaldo regulatorio de las monedas fiduciarias.

El CEO de Stripe, ha descrito esta combinación como “superconductores a temperatura ambiente para servicios financieros”, haciendo una analogía con el codiciado avance en ingeniería eléctrica. A pesar de ciertos problemas regulatorios, como la multa impuesta a Tether en 2021, el interés de los usuarios por las stablecoins sigue creciendo. En contraste con las criptomonedas estándar, el número de usuarios de stablecoins se ha triplicado en dos años y medio, reflejando la demanda por acceso constante y en tiempo real a un dólar digital utilizable en cualquier lugar.

Durante décadas, incluso los aliados de Estados Unidos han criticado su dominio en el sistema monetario global. Si bien la digitalización de las finanzas está transformando las reglas del juego, parece improbable que el Puente BRICS desplace el “privilegio exorbitante” que denunció el ministro de Economía francés Valéry Giscard-d’Estaing en 1965. Más probable es que la alianza Stripe-Bridge termine reforzando la célebre respuesta del exsecretario del Tesoro de EE.UU., John Connally: “Es nuestra moneda, pero su problema”.

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Capafons & Cia. S.L.