La guerra comercial estalla en la energía

Estados Unidos, el mayor productor mundial de petróleo y gas natural, ha intensificado su guerra comercial con China al imponer un arancel del 10% a sus importaciones. En respuesta, China, el mayor importador de energía del mundo, ha gravado con un 15% el carbón y el gas natural licuado (GNL) estadounidense y con un 10% el petróleo. Esta escalada de tensión entre dos gigantes—uno exportador y otro importador de energía—tendrá un impacto global, comenzando por el precio de las materias primas.

La magnitud final de estos aranceles dependerá de la diplomacia internacional, como se evidenció cuando Trump suspendió temporalmente los gravámenes a México y Canadá. Sin embargo, las tarifas sobre la energía tienen una relevancia estratégica que está sacudiendo los mercados.

El martes, los precios del Brent y del West Texas cayeron más del 3%, eliminando las ganancias acumuladas en el año. Pero otro factor clave entró en juego: la geopolítica. Mientras Trump se reunía en la Casa Blanca con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, los mercados reaccionaron ante la posibilidad de sanciones más estrictas de EE.UU. sobre las exportaciones de crudo iraní. Irán, que actualmente exporta alrededor de un millón de barriles diarios, podría ver reducidas sus ventas a un tercio de ese volumen. Esto impulsó los precios del petróleo, aunque el gas natural registró una caída superior al 3%, reflejando el menor crecimiento esperado por la guerra comercial.

Los precios de la energía no solo dependen de conflictos en Ucrania y Oriente Próximo, sino ahora también de los aranceles. En su disputa con Canadá, EE.UU. redujo el gravamen al crudo al 10%, frente al 25% aplicado a otros productos, consciente de que imponer aranceles al petróleo puede ser un arma de doble filo. Trump podría lograr su objetivo de un crudo más barato, pero a costa de un menor crecimiento económico.

Si se mantienen las tarifas del 25% a las importaciones de Canadá y México, del 10% a la energía canadiense y del 10% a China, el Brent podría caer a 60 dólares por barril, según Goldman Sachs, a cambio de una ralentización económica, especialmente en América. Aun así, la firma mantiene su previsión de 78 dólares por barril en 2024 y 73 dólares en 2026, esperando un impacto limitado en la demanda global de crudo, ya que considera que los aranceles serán temporales y que la tarifa del 10% ya está descontada en el precio del crudo canadiense.

El vínculo energético entre EE.UU. y China es relativamente reducido pero estratégicamente relevante. En 2024, China importó de EE.UU. solo el 6% de su consumo de GNL y 250.000 barriles diarios de crudo. Sin embargo, la incertidumbre comercial hace improbable que las empresas chinas firmen nuevos contratos a largo plazo con proveedores estadounidenses, y los exportadores de EE.UU. también enfrentan dificultades para asegurar compradores y financiamiento.

A pesar de ser exportador neto de petróleo y GNL, EE.UU. sigue dependiendo de importaciones para abastecer su economía. Canadá suministra el 60% del crudo importado por EE.UU., cifra que asciende al 70% si se incluyen las compras a México. “EE.UU. podría sustituir el crudo canadiense, más pesado, con petróleo de Venezuela o Brasil, y Canadá podría vender su petróleo a Asia o Europa, pero el costo logístico sería significativamente mayor”, explica un analista de Renta 4.

Desde UBS advierten que antes del auge del fracking, que convirtió a EE.UU. en el principal productor de petróleo ligero, muchas refinerías fueron diseñadas para procesar crudo pesado, en su mayoría importado de Canadá. “Imponer aranceles elevados al crudo canadiense podría encarecer la gasolina, un tema políticamente sensible, especialmente en el Medio Oeste”, señala la firma suiza.

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Capafons & Cia. S.L.