Incentivos fiscales para los mercados

El expresidente del BCE, Mario Draghi, ha cuantificado la inversión necesaria para que la zona euro recupere su competitividad estructural frente a China y Estados Unidos: se estima que se requieren hasta 800.000 millones de euros anuales, lo que representa el 4,7% del PIB de la Unión Europea en 2023. Esta cifra, en términos relativos, implica un esfuerzo inversor más del doble que el Plan Marshall, que ayudó a reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Se espera que los pequeños ahorradores tengan un papel activo en este proceso, una idea respaldada no solo por Draghi, sino también por diversas instituciones financieras europeas.

El BCE, junto con organismos como la CNMV y BME, ha subrayado la importancia del desarrollo del mercado de capitales como clave para movilizar la considerable financiación necesaria. Esto incluye la activación de estímulos fiscales que activen el ahorro dormido y de escasa rentabilidad de los hogares europeos. El objetivo es hacer trabajar más de un billón de euros, que es la cantidad aproximada de nuevo ahorro generado anualmente en Europa. Para ello, los reguladores están estudiando modelos implementados en países como Suecia, Francia e Italia.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, enfatizó la semana pasada ante el Parlamento Europeo la necesidad de “mejorar la forma en que ahorramos en Europa”. Según datos de 2022, el ahorro bruto generado por los hogares europeos superó los 1,1 billones de euros, aunque alrededor de un tercio de esa cantidad se encuentra en depósitos, un porcentaje significativamente mayor que en Estados Unidos. “Movilizar incluso una pequeña parte de estos fondos e invertirlos en los mercados de capitales europeos podría contribuir de manera significativa a los más de 700.000 millones de euros necesarios anualmente para alcanzar los objetivos estratégicos de la UE”, afirmó Lagarde. El informe de Draghi también destaca el considerable ahorro “congelado” en Europa, indicando que, a pesar de ser superior al de los hogares estadounidenses, la riqueza de los europeos es menor, principalmente debido a los bajos retornos que obtienen de los mercados financieros.

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¿Cómo movilizar ese ahorro hacia la inversión financiera? Los expertos coinciden en que los incentivos fiscales son clave, y los servicios de estudios de las principales instituciones financieras de la zona euro están trabajando en ello. En España, el presidente de la CNMV ha instado a establecer incentivos fiscales estables para la inversión personal en instrumentos financieros. “Varios países están considerando la creación de cuentas de ahorro financiero personal con incentivos fiscales, que han demostrado ser efectivas en Suecia”, señaló Buenaventura en un discurso el pasado mayo. La CNMV planea presentar, junto a la OCDE, un informe a principios de diciembre sobre las medidas que deberían implementarse en España para fomentar la inversión minorista en Bolsa y deuda.

“No hay estímulos fiscales en España que faciliten la movilización del ahorro en depósitos hacia la Bolsa o la renta fija. Los incentivos actuales son insuficientes, limitándose a los traspasos de fondos sin tributación o a la promoción de los planes de pensiones de empresa”, afirma el experto fiscal de AFI. La posibilidad de traspasar fondos de inversión sin tributar por las plusvalías, que se gravarán solo al momento del reembolso, es la principal ventaja fiscal para invertir en Bolsa, especialmente tras la eliminación en 2015 de la exención de impuestos para los primeros 1.500 euros en dividendos.

Sin embargo, esta ventaja no se aplica a los fondos cotizados o ETF, que son uno de los vehículos de inversión más populares a nivel global, según critican desde BME. El holding, controlado por el grupo suizo Six, también ha solicitado la eliminación de la obligación de retención en el IRPF sobre el pago de cupones en activos financieros con rendimiento explícito, como la deuda soberana.

Recientemente, los cambios fiscales en España han estado relacionados con los planes de pensiones y los incentivos a los planes de empleo. En 2021, se redujo considerablemente la deducción en la base imponible por aportar a un plan de pensiones individual, pasando de 8.000 euros a 2.000 euros, y desde 2022, a 1.500 euros. En contraste, se ha incentivado la aportación a planes de empleo de empresa, permitiendo deducciones de hasta 8.500 euros, con una reducción máxima total de 10.000 euros.

La reforma impulsada por el actual gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, busca contribuir a la sostenibilidad futura de las pensiones, pero también apoya el impulso de los planes de empleo, conocido como el segundo pilar del sistema de pensiones. El informe de Draghi sugiere que esta es la estrategia para movilizar el ahorro hacia inversiones más rentables: “La forma más sencilla y efectiva es a través de productos de ahorro a largo plazo. La UE debería fomentar la oferta de planes de pensiones del segundo pilar, replicando los ejemplos exitosos de algunos Estados miembros”.

De la Cuenta de Inversión Sueca a la Deuda Pública Italiana

A diferencia de otros países europeos, España no cuenta con un vehículo de ahorro que ofrezca beneficios fiscales directos para fomentar la inversión en Bolsa o deuda. La cuenta de ahorro de inversión de Suecia, conocida como ISK, es un referente europeo. Lanzada en 2012, ha ganado popularidad entre los ahorradores suecos. Este producto permite invertir en fondos y acciones sin necesidad de declarar pérdidas y ganancias, evitando el impuesto del 30% sobre ganancias y dividendos a cambio de un impuesto estándar anual sobre el valor de la cuenta, que en 2024 será del 1,086%. Aunque este mecanismo impide compensar ganancias con pérdidas, resulta ventajoso frente al 30% habitual, especialmente cuando las inversiones generan al menos un 4% anual.

Según REAF, muchos países de la UE están ofreciendo ventajas fiscales a quienes invierten en el mercado de valores, como reducciones en el impuesto sobre la renta o exenciones parciales sobre ganancias de capital en fondos de inversión a largo plazo. Por ejemplo, en Francia existen desde 1992 las cuentas de ahorro en acciones (Plan d’Epargne en Actions), que permiten invertir en cotizadas francesas e internacionales y eximen del impuesto sobre la renta las ganancias de capital y dividendos después de cinco años, con un límite de inversión de 150.000 euros.

En Italia, aunque no hay incentivos directos para la inversión en Bolsa, sí los hay para la compra de bonos: los inversores individuales residentes disfrutan de un tipo impositivo reducido del 12,5% sobre los intereses generados por la deuda pública italiana, en lugar del 26% aplicable a otras inversiones. Este incentivo ha contribuido a que los hogares italianos posean una proporción de deuda soberana mucho mayor que la de otras economías de la zona euro. En España, donde la demanda de letras del Tesoro ha aumentado con el alza de tipos de interés, un 37% del saldo de este activo está en manos de particulares, aunque actualmente no hay planes para crear un título específico de deuda soberana para particulares, como sí ocurre en Italia o Bélgica. El tratamiento fiscal actual mantiene un gravamen sobre las ganancias patrimoniales y rendimientos del capital mobiliario que varía del 19% para plusvalías de hasta 6.000 euros al 28% para las que superan los 300.000 euros.

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