El BCE cumple el cuarto de siglo
La sede del Banco Central Europeo en Fráncfort se viste hoy de gala para la celebración del 25 aniversario de la institución. Un cuarto de siglo que se cumplirá en realidad el 1 de junio, la fecha en que echó a andar, allá por 1998, la autoridad monetaria común a los 20 países que en la actualidad forman la zona euro y que hoy afronta el reto aún pendiente de pinchar el alza de precios sin precipitar una recesión. El BCE celebra su aniversario sin haber completado aún el ciclo de subidas de tipos con el que está combatiendo la inflación y sobre el que Christine Lagarde ya ha advertido que no está dicha la última palabra.
La estabilidad de precios es el mandato supremo del BCE y nunca como hasta ahora había tenido que ponerlo en práctica con tanto ahínco. En estos casi 25 años, solo durante 16 meses la inflación ha estado exactamente en el 2%, el nivel al que el BCE pretende estabilizar los precios en el medio plazo. Durante otros 138 meses, sobre un total de 290, ha estado entre el 1,5% y el 2,5%. Y ahora se sitúa en el 7%.
La huella de Draghi
Mario Draghi, presidente entre 2011 y 2019, será sin duda uno de los invitados más destacados de la celebración de hoy. Bajo su mandato el BCE tuvo que lidiar con la grave crisis de la deuda soberana de la zona euro, que cerca estuvo de llevarse por delante a la divisa única europea. Fue el momento de comprobar en toda su crudeza la dificultad de sacar adelante una unión monetaria huérfana de una unión fiscal que la acompañe. “Ningún banco central lo ha tenido fácil en los últimos años pero el BCE menos aún. Ha tenido que aglutinar sensibilidades de muchos países y lidiar con la crisis de deuda soberana. Ha echado mano de soluciones imaginativas, de lo que hizo Draghi en la crisis del euro se ha tomado la respuesta a crisis posteriores, como la del Covid-19″, defiende el economista de AFI.
El director de inversiones de AXA IM para el sur de Europa, insiste en que desarrollar una política monetaria común para 20 países con su propia soberanía fiscal no es en absoluto una tarea fácil. “Para hacer frente a este nivel de complejidad se requiere una institución sólida, reputada y comprometida como el BCE. La flexibilidad es también una valiosa característica del BCE, que ha permitido al Consejo de Gobierno introducir instrumentos no convencionales en función de las necesidades”, defiende.
De los tiempos de Draghi ha quedado también la convicción de los inversores de que el BCE va a salir al rescate de la estabilidad financiera en caso de emergencia. La institución está ahora replegándose del mercado después de años de constantes compras de activos que han contribuido al nivel de endeudamiento sin precedentes de las economías de la zona euro. En la crisis del euro y en la del Covid después, el recurso del BCE fue adquirir bonos a manos llenas con el fin de garantizar una financiación asequible para gobiernos y empresas. Su respuesta fue también inundar de liquidez el sistema. Ahora al tiempo que sube los tipos, está en el largo proceso de desmontar todos esos estímulos monetarios, aunque su intervención volvería a ser contundente en caso de ser necesario, como ya advirtió Lagarde a raiz de la sacudida por la quiebra de SVB y Credit Suisse, el último episodio de inestabilidad financiera de la zona euro. “Los mercados siguen descontando que el BCE intervendrá para limitar los diferenciales de deuda de los países económicamente más débiles de la eurozona, si es necesario”, añaden.