Claves de la reunión del BCE
El Consejo de Gobierno del BCE analizó ayer la situación económica de la zona euro, centrándose en tres ejes clave, según explicó su presidenta, Christine Lagarde: el proceso de desinflación está en marcha, la política monetaria es significativamente menos restrictiva y la incertidumbre sigue siendo elevada. Lagarde enfatizó este último punto con expresiones como “enorme” y “espectacular”, reflejando el complejo panorama actual. Lo único cierto, por ahora, es la rebaja de tipos aprobada ayer, de un cuarto de punto, la quinta consecutiva, que sitúa el precio del dinero en la zona euro en el 2,5%.
El BCE también actualizó sus previsiones económicas, reflejando un crecimiento menor al estimado en diciembre y una inflación más persistente. Ahora prevé que el objetivo del 2% en el alza de precios se alcance a principios de 2026, en lugar de finales de 2025, como se proyectaba en enero. “La elevada incertidumbre geopolítica seguirá afectando el crecimiento económico de la zona euro, frenando la recuperación esperada”, señala el BCE en su informe. En consecuencia, la institución ha revisado a la baja el crecimiento esperado para este año, del 1,1% al 0,9%, y para 2026, del 1,4% al 1,2%. En cuanto a la inflación, se estima una media del 2,3% en 2024 (frente al 2,1% proyectado en diciembre), un 1,9% en 2026 y un 2% en 2027, una décima menos de lo previsto anteriormente.
En su comunicado, el BCE ha insistido en que no se compromete con una trayectoria fija de tipos de interés, aunque ha introducido una matización al señalar que la política monetaria es ahora “considerablemente menos restrictiva”. Este cambio sugiere que la entidad se acerca al nivel en el que pretende estabilizar los tipos. Las expectativas del mercado apuntan a recortes de menos de 25 puntos básicos hasta junio, aunque Lagarde ha advertido que el escenario es más impredecible que nunca.
Decisiones en función de los datos
Lagarde ha reiterado que el BCE tomará decisiones basadas en la evolución de los datos y no se comprometerá con una senda predefinida. “De un día para otro, las circunstancias pueden cambiar drásticamente”, reconoció. Por ello, el BCE se reserva la opción de pausar las bajadas de tipos en su próxima reunión de abril si la situación lo requiere.
Después de cinco recortes consecutivos y seis en total en las últimas siete reuniones—acumulando una reducción de 150 puntos básicos desde junio de 2024—, el BCE abre por primera vez la puerta a una pausa. Esta postura responde a la creciente incertidumbre derivada de la nueva administración de Donald Trump en EE.UU. y su impacto en el comercio global. “Si los datos indican que debemos seguir reduciendo los tipos, lo haremos. Si no, pausaremos”, explicó Lagarde. Se prevé que los próximos debates en el Consejo de Gobierno sean aún más intensos. La decisión del último recorte se tomó por consenso, sin oposición, salvo la abstención del gobernador del Banco de Austria, Robert Holzmann, del ultraderechista Partido de la Libertad.
Impacto en el comercio y la energía
La incertidumbre geopolítica también se refleja en las previsiones macroeconómicas del BCE, que podrían quedar desactualizadas antes de su revisión en junio. Estas proyecciones, finalizadas el 19 de febrero, solo incluyen la primera tanda de aranceles entre EE.UU. y China. No obstante, el BCE advierte de que la posibilidad de nuevos cambios en la política comercial mundial, en particular hacia la UE, afectará negativamente las exportaciones y la inversión en la zona euro. “Los aranceles no son positivos y tienen un impacto neto negativo”, subrayó Lagarde.
Las exportaciones, uno de los sectores más golpeados por las tensiones comerciales, crecerán este año un 0,8%, la mitad del 1,6% previsto en diciembre. Las importaciones también se ajustan a la baja, del 2,3% al 1,9%, resultando en una contribución negativa del sector exterior al crecimiento (-0,5% frente al -0,3% estimado previamente).
En cuanto a la inflación, su revisión al alza se debe principalmente al encarecimiento de la energía tras dos años de caídas en los precios. El BCE estima que el barril de Brent se situará en 74,7 dólares, aunque reconoce que la evolución del petróleo y el gas es incierta y que distintos escenarios pueden afectar significativamente la inflación. Por ejemplo, una caída del 10,7% en los precios del petróleo reduciría la inflación en cinco décimas. Actualmente, el Brent cotiza en torno a los 68 dólares, acercándose a este escenario alternativo.
Para el euro, el BCE prevé un tipo de cambio medio de 1,04 dólares para este año y los dos siguientes, una rebaja del 2% respecto a la estimación de diciembre. Actualmente, la divisa europea, en torno a 1,08 dólares, se mueve más cerca del escenario alternativo del BCE, que implica un leve impacto negativo en crecimiento e inflación.
Mayor gasto en defensa e infraestructuras
El nuevo contexto geopolítico también impulsará el gasto en defensa e infraestructuras en la zona euro. La Comisión Europea ha propuesto movilizar 800.000 millones de euros para el rearme europeo, y Alemania planea reformar su Constitución para aumentar el gasto militar y financiar un plan de infraestructuras de medio billón de euros.
Lagarde reconoce que esta mayor inversión en infraestructura y defensa, que considera también “fuente de innovación”, podría estimular el crecimiento. No obstante, advirtió que también podría generar presiones inflacionistas al incrementar la demanda. A falta de detalles sobre la magnitud, los plazos y la financiación de estas inversiones, es aún pronto para evaluar su impacto en la economía de la eurozona.
Fuente: Cinco Días