China no es Japón

En solo 10 días, el mercado experimentó un aumento del 25%, a pesar de los problemas técnicos en las Bolsas, provocados por la acumulación de órdenes de compra y la incapacidad de muchas firmas para satisfacer la creciente demanda de nuevas cuentas de inversión. La renta variable china ha entrado en una fase de ebullición en las últimas dos semanas, impulsada por un optimismo repentino y estímulos públicos en un mercado que ha estado sufriendo. Sin embargo, el repunte del índice CSI 300 apenas oculta la caída acumulada desde 2021, y se estima que se necesitaría un aumento adicional del 45% para recuperar las pérdidas.

La economía china enfrenta varios desafíos, y un término ha emergido para describir esta situación: “japonización”. Aunque las comparaciones entre países pueden ser problemáticas (recordemos el “España no es Grecia” entre 2010 y 2012), muchos analistas hoy en día consideran que la economía china representa el principal factor de riesgo para los mercados.

La “japonización” se refiere a un estancamiento del PIB acompañado de un proceso deflacionista, derivado del colapso de una burbuja inmobiliaria masiva sostenida por crédito, en un contexto de población envejecida, cuya capacidad de consumo no es suficiente para reactivar la actividad económica. Según el economista jefe de Nomura y experto en el impacto de las crisis inmobiliarias, “al igual que Japón hace tres décadas, China se enfrenta a una recesión de balances por el estallido de su burbuja de activos. Sin embargo, a diferencia de Japón, China podría enfrentar también una recesión en el sector de la construcción, que representa el 26% de su PIB”. Entre las presiones deflacionistas, mencionan la reducción del ahorro de empresas y hogares durante los cierres por Covid-19, la caída de la población desde 2021, la trampa de la renta media (cuando un país deja de ser competitivo en costos) y las tensiones geopolíticas con Occidente. Goldman Sachs señala que, en ciertos aspectos, la situación de China es más grave que la de Japón en 1989, aunque presenta variables más favorables en otras áreas, como ingresos y solidez bancaria.

En agosto, UBS recortó su previsión de crecimiento para China del 4,6% al 4%, advirtiendo sobre una recesión inmobiliaria más profunda de lo esperado que, a su juicio, aún no ha tocado fondo. Según el banco, el debilitamiento del sector inmobiliario podría afectar de manera más significativa a la economía en su conjunto, incluso al consumo de los hogares. También revisaron a la baja el deflactor del PIB, anticipando que las presiones deflacionistas persistirán durante más tiempo. Esta evaluación se realizó antes de las recientes medidas de estímulo que impulsaron los mercados, aunque se anticipa que la inyección de confianza tardará en reflejarse en la economía real.

Los datos de actividad publicados esta semana revelan que la industria ha estado en contracción casi todos los meses desde abril de 2023, mientras que el sector servicios presenta sus peores cifras en casi dos años. Las medidas adoptadas son significativas; combinan recortes de tasas de interés con inyecciones de liquidez en el sector financiero. Sin embargo, el apoyo fiscal a los gobiernos regionales es menos claro, ya que la crisis inmobiliaria ha reducido sus ingresos, dificultando el gasto y generando incertidumbre sobre cómo el país abordará el exceso de viviendas sin crear otra burbuja.

La situación no es sencilla. En Japón, el Nikkei no tocó fondo hasta 1998, casi 10 años después de alcanzar su máximo, y no fue hasta este 2024 que recuperó esos niveles. A lo largo de ese tiempo, se implementaron planes de recuperación y se produjeron rebotes en la Bolsa, pero los problemas estructurales persistieron, con años de bajo consumo, escasa confianza y salarios y precios estancados. La economía china, menos madura que la japonesa en 1989, aún presenta un crecimiento del PIB del 4% a pesar de la deflación. El país cuenta con recursos naturales y no ha completado la migración del campo a la ciudad, mientras que su capacidad exportadora está influenciada por conflictos comerciales. “Es tentador afirmar que lo peor ha pasado para la economía china”, advirtió esta semana el ex economista jefe de Morgan Stanley y antiguo responsable del banco en Asia, en el Financial Times. “En el mejor de los casos, esta conclusión es prematura. En el peor, es un falso amanecer. Al menos, debemos ser cautelosos antes de descorchar el champán”.

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